Los gobiernos ineficientes y corruptos, se sostienen de la mano de la violencia y el terror que impone a sus ciudadanos. En otros tiempos un dirigente político de Acción Democrática (AD) advertía a Aristóbulo Istúriz, recién llegado en 1992 como alcalde de Caracas, que ahora entendería que es más fácil pedir que dar agua.
La advertencia del adeco era la confirmación que, una cosa es ser oposición y otra gobierno. En la primera se reclama hasta con manifestaciones en la calle, en la segunda se tiene que cumplir con lo prometido.
En estos últimas semanas, y quizás desde hace tanto tiempo que no podemos ni fijar fecha exacta, el gobierno de Chávez –Maduro, se ha convertido en una máquina destructora no solo de lo prometido sino también de los preexistente. No ha habido sector que no haya sido pulverizado por el puño de la corrupción y la ineficiencia de ineptos puestos en cargos.
En la medida que más han robado y desmantelado el Estado más han perfeccionado su Pranato, es decir imponer por la fuerza bruta y cruel a quienes salen a reclamar sus derechos. Los golpean, apresan, detienen y encarcelan para usarlos como disuasivos externos, y la sociedad sepa de que lo son capaces con el que reclama lo que la Constitución otorga.
El lunes apresaron y sometieron a juicio a ciudadanos, por el solo hecho de haber instalado el sonido para un acto político convocado por el presidente (e), les imputaron hasta asociación para delinquir, un tipo penal insertado en la “ley contra el terrorismo”.
Muchos en el gobierno muestran los “fasces”, un cilindro que sujeta un hacha común, y que es símbolo del repugnante fascismo, y es que para los tiranos, siempre, ha sido más fácil repartir palazos que soluciones.
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