ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL DINAMO DE CHILE
Hay conceptos y principios hermosos, que son también atractivos para que dentro de ellos, se escondan otras especies, que no tienen nada en común con ellos. Son como los cangrejos ermitaños o paguros, que usan las conchas de otros moluscos para esconder su blando y vulnerable abdomen.
Para muchos, el corporativismo tomó ventaja de la enmienda decima cuarta de la Constitución de los Estados Unidos, la cual siendo creada para proteger a los esclavos negros recién liberados y sus propiedades, terminó como fachada para que los abogados de corporaciones convirtieran esas entidades en “personas jurídicas” con derechos protegidos conforme al recién instalado debido proceso. Pocos casos se litigaron a favor de los afroamericanos cuando fueron libertados, pero millones de causas desde entonces se han procesado a favor de los derechos corporativos. El paguro del corporativismo podríamos llamarlo.
De igual forma una más reciente historia, ha venido denunciando como la democracia, concebida por los atenienses en la antigua Grecia, como el gobierno del pueblo para el pueblo, también ha sido usurpada por autócratas que se dieron cuenta que este sistema de gobierno, les otorga una certificación de buena conducta en el ámbito internacional.
William J. Dobson en su libro: “La curva de aprendizaje del Dictador”, dice que los dictadores modernos entienden que es vital tener en cuenta las normas democráticas aún cuando vayan en contra de ellas.
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en “Cómo muere la democracia”, advierte que “la trágica paradoja de la senda electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia, utilizan sus propias instituciones para de manera gradual, sutil e incluso legal liquidarla”.
En 1945, en la “Carta de San Francisco” que da origen a la ONU, se inserta el PRINCIPIO general de auto determinación de los pueblos. Luego EEUU impulsa la “Carta Magna de la Descolonización”, que convierte el principio en el DERECHO que surge de la necesidad de descolonizar a los pueblos al finalizar la segunda Guerra Mundial. Esa iniciativa de EEUU y URSS obligó a Francia, Inglaterra, España, Portugal y Holanda entre otros, a abandonar posiciones especialmente en el continente africano y Asia.
Una vez cumplida esa etapa en la historia universal, con los países descolonizados incorporados de forma independiente a la comunidad internacional, el DERECHO se amplió a todas las naciones, teniendo como límite la integridad territorial y unidad nacional.
El referendo de Crimea, una península que es o era parte de Ucrania, depende de quien se pregunte, es un ejemplo del debate sobre auto determinación e integridad territorial resuelto por medio del voto. Su anexión a Rusia fue cuestionada por Europa y EEUU, al calificar el referendo consultivo como fraudulento.
La ONU ha hecho avances en el denominado principio de Responsabilidad de Proteger (R2P), aunque lo ha sometido a la decisión del Consejo de Seguridad, donde choca contra las grandes potencias y sus derechos a veto; pero nadie duda que es un importante avance, igual que la doctrina de “Intervención humanitaria” definida como la injerencia de uno o varios estados dentro del territorio de otro, usando la fuerza y sin su consentimiento, con el objetivo de proporcionar a la población civil protección ante la violación masiva y sistemática de sus derechos humanos.
Es hora que la ONU actualice el principio de “auto determinación de los pueblos”, es tiempo que avance con respuestas ante el fraude democrático en que se han convertido muchos gobiernos y gobernantes que, cuando son expuestos al escrutinio internacional, apelan a un principio anacrónico, sirve de protección a los tiranos y no a los pueblos.
Actualizar el concepto, pasa por poner el énfasis en pruebas que permitan determinar la libertad que realmente tiene un pueblo, para expresarse ante su gobernante, y para ello, pueden usarse reglas o estándares reconocidos internacionalmente para los procesos de consultas o electorales. En principio, formulas como la del autor Juan Linz, en su libro: “La quiebra de las democracias” y ejemplos, como Crimea, son un buen comienzo.
Linz identifica el autoritarismo a través de la siguiente fórmula:
1) Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego.
2) Niega la legitimidad de sus oponentes.
3) Tolera o alienta la violencia.
4) Indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación.
Todos sabemos que un pueblo sometido por un tirano, no tiene autodeterminación. Alcemos el velo, dejemos la ceguera y avancemos.
Editor Reporte Confidencial / Abogado 18342 / Comunicador SNTP 8248 / Locutor 17210 / Profesor Inteligencias / Escritor / 7 libros amzn.to/2G3W6ja
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