POR BRAULIO JATAR ALONSO .- Los bebés tienen que gustarlo todo, aprenden cómo es su mundo llevándose cada cosa a la boca, de modo que primariamente son aprendientes gustativos. El gusto está íntimamente ligado al olfato, el cual es uno de los sentidos menos desarrollados en los seres humanos. Cuando los niños son ya capaces de controlar sus miembros, empiezan a aprender por medio del tacto –son aprendientes táctiles o cinestésicos. Luego refinan su oído y, más adelante, su vista. (Cita: El Poder de la Palabra Terry Mahony)
Ahora la boca que sirvió para degustar el mundo exterior pasa a ser el que lo modele, es como cuando pruebas algo y luego agregas “me encanta” o “esto está horrible”. A partir de ese momento, la boca ha dejado de ser un simple alumno (aprendiendo) para convertirse en un influenciador hacia lo interno y externo, es decir pasamos de ser aprendices a convertirnos en maestros de opiniones. Ese cambio de paradigma, no se da con otro de los sentidos, quizás la expresión facial sea el segundo mejor proyector de nuestro contacto con el mundo exterior.
En ambos casos, lo que estamos haciendo es pasando de ser observadores a convertirnos en juzgadores de lo exterior. Bonito, feo, sabroso, desagradable, hermoso u horrible, hacen parte de un tan extenso vocabulario que no hay expresión facial, para cada una de esas palabras.
Debemos entender que tenemos con nosotros una herramienta única y extraordinaria a nivel superior que infinidad de veces desaprovechamos al darle un uso contrario a su esencia creadora, y otras veces lo que es aún peor, la convertimos en una fuerza destructiva que atenta contra nosotros mismos y contra quienes nos rodean.
Braulio Jatar Alonso
Si algo nos distingue del resto a los seres humanos es el lenguaje; su poder es tan grande que lo asociamos con Dios mismo. “Con la palabra dominamos a los hombres”, dijo el ex premier británico Benjamín. En La Biblia hay varios versículos dedicados al Verbo o la Palabra, sinónimos aun del propio Dios o Todopoderoso. Y dentro de ellos -los versículos bíblicos- se establece la relevancia de su uso, al darles existencia desde el principio de los tiempos. Como veremos, el Todopoderoso da órdenes verbales, aunque no tenemos claro a qué o a quién, para construir todo lo que existe. En el texto religioso se nos dice: “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan 1:1. Cita. Braulio Jatar Alonso Inteligencia Emocional en Situaciones Extremas.
Analicemos el texto; “en el principio ya existía el Verbo”, quiere decir que la Palabra nace junto con la existencia, y aun antes del génesis, ya que cuando se dice “y “el verbo estaba con Dios”, se está señalando que ambos surgieron unidos, y siendo que el Todopoderoso es previo a la existencia del todo, es de concluir que la Palabra comparte con Dios la coexistencia divina. Luego se dice “y el verbo era Dios”, ya no sólo nos dicen que la Palabra y Dios surgieron juntos, sino que nos señala que la Palabra es Dios.
Si apelamos a una interpretación restrictiva de este versículo, hay quienes tendrán el deber de concluir que Dios, más que una figura, es en realidad una voz. Esto pone en evidencia el inmenso poder de la palabra. Hay evangélicos que se refieren a Dios como la Palabra. Es decir, ven en el lenguaje la auténtica existencia divina.Cita. Braulio Jatar Alonso Inteligencia Emocional en Situaciones Extremas.
En una entrevista a BBC Mundo, el psicólogo Jules Davidoff, director del Centro para Cognición, Computación y Cultura (CCCC) de la Universidad de Londres, respondía a la pregunta de, ¿por qué muchas civilizaciones antiguas no reconocían al color azul? Davidoff ha dedicado tiempo a investigar reconocimiento de objetos, colores, nombres y neuropsicología cognitiva y realizó una exploración en una tribu de Namibia, cuyo lenguaje no tiene una palabra para el azul pero sí varias para diferentes tipos de verde. Cuando les mostró once cuadrados verdes y uno azul, no podían encontrar el que era distinto, pero si en vez de azul ese cuadrado era un tono tan levemente diferente de verde que nosotros difícilmente lo notaríamos, lo señalaban inmediatamente.
Una docena de veces Dios hizo uso de la Palabra para la creación del Universo; por lo que, ciertamente, el Verbo tiene una fuerza preexistente asociada con la creación de las cosas. Debemos entender que tenemos con nosotros una herramienta única y extraordinaria a nivel superior que infinidad de veces desaprovechamos al darle un uso contrario a su esencia creadora, y otras veces lo que es aún peor, la convertimos en una fuerza destructiva que atenta contra nosotros mismos y contra quienes nos rodean.
Braulio Jatar Alonso
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