En la gerencia de avión, se entrena de forma extenuante, se usan manuales y se cuenta con tecnología de punta para evitar catástrofes, también pilotos de supervisión encargados de evaluar los vuelos de los aspirante a pilotos, todo esto antes de permitirles comandar por sí mismo algún avión.
Las supervisiones en las empresas, cumplen el papel fundamental de garantizar la calidad final del producto. En corporaciones alrededor del mundo, hacen el trabajo de concentrar la mirada en los detalles, esos que hacen la diferencia entre un producto o un servicio de reconocimiento internacional, comparado con otros que no soportan un superficial vistazo.
Supervisar es importante en todo lo que hacemos, cuando en casa derramamos agua, rompemos un plato o nos golpeamos con algo, podemos establecer que, la falta de atención, es la razón inicial en la cadena de eventos desafortunados. Estar en el “ahora” es fundamental, por lo que se hace urgente apartarse de ese estado de “presencia ausente”, con su abrumadora paradoja de un cuerpo en un tiempo presente y la mente en otros.
En nuestras escrituras se establece que la principal función del copiloto es la de asistir al comandante en las funciones técnicas durante todas las fases del vuelo (incluyendo su preparación) y, por supuesto, en caso de incapacitación del capitán hacerse con el mando del avión. “El copiloto también asume la función de pilotaje con la autorización del comandante. Cuando el copiloto asume, el comandante ejerce el otro rol, de forma que en todo momento ambos profesionales se complementan”.
El duplicar o triplicar el sistema de control sobre tu propia conducta, relación con otras personas y máquinas, es una buena forma de provocar resultados con mayor nivel de conciencia. En la medida que, de forma desafortunada, te alejas de tu “conciencia presencial intensa”, se activa una mayor probabilidad de que algo salga mal. Al alejarte de ti mismo, haces inevitable que la incertidumbre ocupe tu puesto en la rueda del destino. Los “dioses del cielo”, estamos obligados a concentrarnos en nuestro trabajo, consultar nuestra tripulación y trabajar con sofisticados equipos. Esa combinación de forma equilibrada, nos lleva al éxito en cada una de nuestras misiones.
Cuando a tu alrededor todo se estremezca, mantén firme el pulso. Si la tormenta te golpea con tanta fuerza que sientas que te abraza el fin, no desvíes el curso a menos que sea para salvar el Plan A. Recuerda siempre que en la mitología de tus antiguos griegos, “Caos” era el dios primordial y origen de todos ellos. “Caos” representaba el “vacío que ocupa un hueco”, es el todo y el nada original. No temas al caos, a veces es solo el principio de una nueva aventura épica.
Braulio Jatar Alonso Libro “El secreto de los dioses del cielo”
Editor Reporte Confidencial / Abogado 18342 / Comunicador SNTP 8248 / Locutor 17210 / Profesor Inteligencias / Escritor / 7 libros amzn.to/2G3W6ja
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