La forma de traer el mundo exterior a nuestro conocimiento es a través de los pensamientos. El filósofo John Dewey en su libro “¿Cómo pensamos?”, hace una diferenciación entre los distintos tipos de pensamientos, y analiza desde el pensamiento reflexivo, hasta la asociación del significado con la creencia de algo.
En nuestro caso, el pensamiento tiene que ver con la implantación de la energía necesaria para traer a nuestras mentes un esquema o estructura que modele nuestra realidad. Para nosotros, hablar de pensamiento es sintonizarnos con esa energía interna y externa que complementa nuestra existencia.
Los pensamientos positivos generan serotonina, que es conocida como la hormona de la felicidad. Cuando tenemos pensamientos negativos, las neuronas reciben esa información y muchas veces puede enfermar a las personas. Eso sucede con las enfermedades psicosomáticas.
La serotonina ha sido llamada “el neurotransmisor de la felicidad” o “la hormona del humor”. Es importante en la inhibición de la ira, está ligada a la dopamina, un neurotransmisor vinculado al placer. La dopamina es un mensajero químico -neurotransmisor- del sistema nervioso central. A ella se le considera el centro del placer
Concretamente, la serotonina ha estado asociada durante muchos años a los síntomas de la depresión, ya que las personas con un trastorno de este tipo acostumbran a tener bajas concentraciones de 5-HT en sangre. Sin embargo, no se sabe hasta qué punto es el déficit de serotonina lo que produce la depresión o viceversa.
Por otra parte, los estudios relacionan la cantidad de dopamina basal, presente en la amígdala, con los tipos de personalidad. Las personas con niveles bajos son personas tranquilas y confiadas. Por el contrario, las que tienen niveles altos son miedosas y con tendencia al estrés. Por cierto, los bajos en dopamina se asocian, también, con problemas de socialización.
Esta reacción hormonal producida por los pensamientos, nos permite entender que al recordar un evento positivo, podemos sentir en el presente el mismo efecto de agrado o felicidad con solo traerlo a nuestro recuerdo. .
Podemos concluir que los pensamientos, liberan hormonas que nos cambian biológicamente y crean zanjas en nuestro cerebro, desarrollando así, una nueva red neuronal que estimula el cambio y nos permite modificar nuestro entorno modificando la forma como lo percibimos.
Los estoicos en la antigua Grecia nos hablan de la “premeditatio malorum” o premeditación de los males y los problemas que pueden aguardar. Es el ejercicio de imaginar cosas que podrían salir mal. Nos ayuda a prepararnos para los inevitables reveses de la vida. No siempre obtenemos lo que es legítimamente nuestro, incluso si nos lo hemos ganado. No todo es tan limpio y sencillo como creemos que puede ser. Psicológicamente, debemos prepararnos para lo que pueda suceder sin importar si es justo.
Premeditation Malorum no significa volverse pesimistas, por el contrario, es prepararse para cuando llegue lo peor, estar preparado para vencer la depresión.
El mundo es impredecible usa tus pensamientos y tu mente para cuando llegue lo inesperado tengas a mano la respuesta adecuada, no importa que tan irrazonable la situación se te presente.
Editor Reporte Confidencial / Abogado 18342 / Comunicador SNTP 8248 / Locutor 17210 / Profesor Inteligencias / Escritor / 7 libros amzn.to/2G3W6ja
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