O ahora o nunca
Por Braulio Jatar Alonso
Mientras en el Caribe se instala una isla mecánica de poderío militar sin precedentes en este hemisferio, muchos —lejanos al ahogo diario de la tiranía en Venezuela— se permiten el lujo de practicar una curiosa gimnasia moral: lucir más benévolos que el Espíritu Santo, más inteligentes que Dios y más equilibrados que un libro perfectamente centrado sobre una mesa.
Personas, ONG, organismos internacionales y todo tipo de entidades se posicionan en ese espacio cómodo donde nada se resuelve, pero que luce sospechosamente correcto. Desde ahí buscan anotarse puntos sin asumir riesgos, y aprovechan ese pedestal para criticar a quienes sí están dispuestos a actuar. Prefieren observar, opinar y moralizar antes que involucrarse. Y en ese mirar desde lejos, terminan sosteniendo —por omisión o conveniencia— al mismo sistema que dicen repudiar.
La dicotomía del poder es simple: podemos hacer solo aquello que controlamos. Cuando la decisión está en manos del otro, ese margen desaparece. Aceptable. Pero hay una frontera peligrosa entre la limitación y la ambivalencia. Y hoy, cuando finalmente se ha configurado una amenaza real para quienes llevan años sometiendo a millones de venezolanos, esa ambivalencia se convierte en indiferencia… o algo peor: la intención subconsciente de apostar al fracaso del que actúa para justificar la propia pasividad.
Estamos en un momento definitorio. O se logra el cambio o se perpetúa la garra que ha violado derechos humanos, politizado todas las instituciones —incluyendo a los militares—, eliminado la separación de poderes y pulverizado el Estado de derecho. No hay matices. No hay zona gris. No hay espacio para la tibieza.
Esta vez, el destino inmediato de Venezuela no está en nuestras manos. Todo indica que la decisión final recae en quienes poseen un poder que nosotros no tenemos. Pero lo que sí podemos decidir —y debemos decidir— es si nuestros egos, nuestros cálculos mezquinos, la envidia, las rencillas internas y el debate por el “nuevo liderazgo” pesan más que Venezuela misma.
El país no puede seguir atrapado en discusiones de salón mientras su gente vive entre el miedo, el exilio y la pobreza. No podemos seguir dándole prioridad a la vanidad personal sobre la urgencia nacional. Sabemos muy bien cuál es la verdad que nadie se atreve a decir en voz alta, pero que todos reconocemos por dentro:
O es ahora, o será nunca.
Editor Reporte Confidencial / Abogado 18342 / Comunicador SNTP 8248 / Locutor 17210 / Profesor Inteligencias / Escritor / 7 libros amzn.to/2G3W6ja
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