Author: Braulio jatar

La paradoja del silencio y la urgencia de hablar a favor de los inmigrantes

Braulio Jatar 2025 B

La paradoja del silencio y la urgencia de hablar

Por Braulio Jatar Alonso

En tiempos convulsos, el silencio suele disfrazarse de prudencia. Quienes callan se excusan diciendo que “no es el momento” o que “ya otros se pronunciarán”. Sin embargo, la historia enseña que los grandes retrocesos sociales no ocurren por el grito de los tiranos, sino por la pasividad de los que pudieron alzar la voz y no lo hicieron.

Chile y América Latina viven un punto de inflexión. La migración, el deterioro institucional, la desigualdad, la violencia y la precariedad laboral nos atraviesan como una herida abierta. En este escenario, guardar silencio equivale a ser cómplice. No es neutralidad: es permitir que otros decidan por nosotros. La política, muchas veces, se ha convertido en un espectáculo de cálculo pequeño y mezquino, donde las promesas duran lo que un titular en redes sociales. Pero la sociedad exige algo más profundo: exige liderazgo.

Migración: entre el rechazo y la oportunidad

El tema migratorio es uno de los grandes espejos de nuestra época. Hay quienes ven en el migrante una amenaza, un invasor que quita empleos y servicios. Otros —entre quienes me incluyo— vemos en él una oportunidad para renovar fuerzas, talentos y sueños. No es casual que las sociedades más dinámicas y creativas del planeta estén fundadas en la integración de quienes llegaron desde afuera. Chile, con su historia de acogida, no debería olvidar que el extranjero no es el problema: la falta de políticas públicas eficaces sí lo es.

La responsabilidad empresarial y social

Los empresarios también enfrentan una disyuntiva moral: ver en la mano de obra migrante una ocasión para la explotación o entender que en esa fuerza laboral descansa parte de la prosperidad futura. No se trata de filantropía, se trata de visión estratégica. Empresas que respetan derechos, que apuestan por la inclusión, que reconocen la diversidad, estarán mejor preparadas para competir en un mundo globalizado.

El deber de hablar

Hoy más que nunca se necesita opinión pública, ciudadanía activa, medios que no teman incomodar, dirigentes sociales que no se rindan, educadores que no bajen la mirada, abogados que no se refugien en tecnicismos, y políticos que dejen de medir cada palabra según las encuestas.

El silencio de los buenos ha sido siempre el aliado más fiel de los malos. Por eso escribo estas líneas con la convicción de que callar es un lujo que no podemos permitirnos. El país, la región, y el continente enfrentan desafíos que no se resuelven con retórica. Se resuelven con valentía.

Y la valentía empieza por decir lo que muchos piensan y pocos se atreven a declarar: la indiferencia es la más peligrosa de las dictaduras, porque se impone sin tanques, sin cañones, pero con la parálisis de los pueblos.

Hoy, mi invitación es clara: hablemos.

Migración en Chile: oportunidad para crecer y diversificar

la migración no es una carga inevitable, sino un recurso que puede impulsar el crecimiento, la productividad y la diversificación de nuestra economía.

Migración en Chile: oportunidad para crecer y diversificar

Por Braulio Jatar Alonso
Socio Director, TC Abogados
Región Metropolitana, Chile

El debate sobre migración en Chile suele concentrarse en los costos: presión sobre los servicios públicos, informalidad laboral o tensiones sociales. Sin embargo, cuando revisamos los datos oficiales y la investigación internacional, aparece una conclusión distinta: la migración no es una carga inevitable, sino un recurso que puede impulsar el crecimiento, la productividad y la diversificación de nuestra economía.

Según un estudio del Servicio Jesuita a Migrantes, en 2024 la población migrante aportó un 10,3 % del PIB chileno, a pesar de representar solo el 8,7 % de la población. Este “sobreaporte” se explica porque los migrantes son en promedio más jóvenes, están en edad de trabajar en un 82,7 % (frente al 66,6 % de los chilenos) y muestran mayor participación laboral (78,8 % vs. 67,4 %). En otras palabras, se insertan rápidamente en la economía, sostienen sectores donde faltan trabajadores y contribuyen a la base tributaria.

Además, la evidencia no respalda la idea de que los migrantes desplazan a los trabajadores locales o deprimen sus salarios. Estudios en Chile y en la OCDE muestran que, al contrario, su aporte es neto positivo cuando se mide en impuestos, consumo y cotizaciones. El verdadero problema es que muchos de ellos terminan empleados en sectores de baja productividad por trabas en la homologación de títulos, desconocimiento del idioma o discriminación. Allí está la pérdida: no en la migración, sino en la falta de políticas de integración adecuadas.

El economista Ricardo Hausmann ha sido claro en señalar que Chile se ha frenado porque “está lleno de chilenos”, es decir, porque no ha incorporado suficiente talento externo. Su investigación demuestra que las personas llevan consigo “know-how” y que los países que reciben migrantes diversifican sus exportaciones e innovan más rápido. Un ejemplo: si un país recibe un 10 % más de inmigrantes de una nación que exporta cierto producto, la probabilidad de que empiece a producir y exportar ese bien aumenta en un 2 % en la década siguiente. La migración, entonces, cambia la ventaja comparativa de los países.

Chile, con un mercado laboral que envejece y una economía concentrada en recursos naturales, necesita precisamente ese impulso de diversificación y conocimiento. Para aprovecharlo, se requieren políticas claras:

Vías laborales rápidas en sectores estratégicos como salud, tecnología o investigación.

Reconocimiento ágil de credenciales profesionales, para evitar la subutilización de capital humano calificado.

Programas de integración temprana: idioma, inserción cultural y apoyo en redes profesionales.

Estrategia de diáspora, que conecte a los migrantes con sus países de origen y abra mercados para empresas chilenas.

En este marco, la migración debe dejar de entenderse como un “problema social” y asumirse como una política de desarrollo. El aporte de los migrantes ya está presente en cifras de PIB, empleo y consumo. Falta dar el paso institucional que permita multiplicar ese aporte y traducirlo en innovación y crecimiento sostenido.

El verdadero riesgo no es la llegada de migrantes, sino no saber aprovechar su potencial.

Marco Rubio: No permitirá una segunda Bahía de Cochinos

Por décadas, la comunidad cubana en Estados Unidos votó casi en bloque por los republicanos. Mientras otros hispanos hallaban en los demócratas la representación de sus minorías, los cubanos se apartaban de esa tendencia y respaldaban sin matices a los candidatos republicanos.

Marco Rubio: No permitirá una segunda Bahía de Cochinos

Por Braulio Jatar Alonso (ETL)
Abogado, comunicador, expreso político, escritor y profesor

Por décadas, la comunidad cubana en Estados Unidos votó casi en bloque por los republicanos. Mientras otros hispanos hallaban en los demócratas la representación de sus minorías, los cubanos se apartaban de esa tendencia y respaldaban sin matices a los candidatos republicanos.

La razón estaba en una herida abierta en 1961. Durante la presidencia de John F. Kennedy, un grupo de exiliados cubanos (brigada 2506) desembarcó en Playa Girón, convencido de que contaba con respaldo aéreo estadounidense.

Ese apoyo nunca llegó. La invasión de Bahía de Cochinos terminó en fracaso, con muertos flotando en el mar, prisioneros hacinados y un sentimiento de traición que se transmitió de padres a hijos como un juramento político: nunca más confiar en los demócratas.

Esa herida mantuvo a los cubanos fieles al Partido Republicano durante décadas. Pero con el paso del tiempo, las nuevas generaciones fueron asimilándose a la corriente hispana general.

Ya en los años noventa, figuras como Alex Penelas —exalcalde de Miami-Dade y una de las voces cubano-americanas más visibles del Partido Demócrata— demostraron que el trauma de 1961 empezaba a diluirse entre los jóvenes que crecieron en suelo estadounidense.

Sin embargo, mientras Penelas representaba, en el siglo XX, el ascenso de un liderazgo cubanoamericano dentro del Partido Demócrata, los republicanos mantenían el control del voto mayoritario en la comunidad del exilio.

Ese capital político encontró su máxima expresión en Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, que pasó del Senado a ocupar el cargo más alto que un cubanoamericano ha alcanzado en política exterior: secretario de Estado en la administración Trump.

Rubio, con un español impecable y una conexión emocional profunda con la memoria del exilio, ha centrado su agenda en el llamado “eje del mal” del hemisferio: Venezuela, Cuba y Nicaragua. Su mensaje hacia su comunidad es inequívoco: no habrá una segunda Bahía de Cochinos. Aquellos cubanos que en 1961 se sintieron abandonados en la arena, esta vez no quedarán solos.

A septiembre de 2025, Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en el Caribe: buques de guerra, submarino nuclear, drones de última generación, aviones espías y miles de marines patrullan la región, mientras cazas F-35 fueron desplegados en Puerto Rico. En semanas recientes, la Marina hundió  tres embarcaciones venezolanas acusadas de narcotráfico, acciones que el Pentágono calificó como golpes a redes “narco-terroristas”.

La figura de Alex Penelas recuerda que hubo un momento en que el liderazgo cubano-americano en el Partido Demócrata parecía viable. Rubio, en cambio, encarna la persistencia del voto republicano y, sobre todo, la traducción de esa fidelidad en poder real.

Hoy, con buques desplegados, satélites en órbita y drones sobre el Caribe, la administración Trump y su secretario de Estado parecen decididos a cumplir una misión más amplia que la frustrada en 1961: Doblar el eje del mal hasta partirlo con libertad y democracia.  

Maduro: La paradoja del cuarto lleno

Maduro: La paradoja del cuarto lleno

Maduro: La paradoja del cuarto lleno

Por Braulio Jatar Alonso

“El cuarto parece lleno de apoyo. Pero existen dos desenlaces opuestos: todos los presentes actúan coordinadamente para sacarlo del cuarto y entregarlo a sus adversarios, o todos se marchan, dejándolo solo para que los enemigos lo capturen sin resistencia”.

En los regímenes autoritarios suele repetirse una escena: el líder aparece en actos rodeado de ministros, militares, asesores y simpatizantes.. Sin embargo, esa presencia física no siempre equivale a respaldo real.

A este fenómeno lo podemos denominar la paradoja del cuarto lleno: estar acompañado no garantiza lealtad; el mismo grupo que rodea al líder puede ser quien precipite su caída.

Imaginemos a un dirigente en una habitación abarrotada de colaboradores. El cuarto parece lleno de apoyo. Pero existen dos desenlaces opuestos: todos los presentes actúan coordinadamente para sacarlo del cuarto y entregarlo a sus adversarios, o todos se marchan, dejándolo solo para que los enemigos lo capturen sin resistencia.

En ambos casos, la densidad del cuarto no protege; al contrario, puede acelerar la derrota. La paradoja consiste en que la compañía puede ser simultáneamente símbolo de fortaleza y antesala de la traición.

El economista y politólogo Albert Hirschman sintetizó las opciones de quienes forman parte de una organización en crisis: salida, voz o lealtad. En contextos autoritarios, salida puede significar deserción o exilio; voz, denunciar o conspirar; y la lealtad, permanecer, aunque sea estratégica y temporal. Así, el cuarto lleno nunca es garantía de convicción ideológica, sino de cálculos individuales que pueden girar en cualquier momento.

En Panamá, Manuel Noriega terminó refugiado en una nunciatura después de que muchos de sus hombres se replegaran durante la invasión estadounidense de 1989. En todos, el cuarto se llenó y luego se vació, confirmando la paradoja.

En las últimas horas se vienen reportando traiciones y deserciones de algunos señalados en el entorno militar de Nicolás Maduro. Varios medios han informado sobre la aparente deserción del general de División Pedro Rafael Suárez Caballero, justo en momentos en que Estados Unidos presiona para que entreguen al mandatario, por quien ofrece una recompensa de 50 millones de dólares.

Al mismo tiempo, Marshall S. Billingslea, exfuncionario estadounidense, felicitó públicamente en redes sociales al general de Brigada Bitner Javier Villegas Ramos, identificado como piloto personal de Maduro y figura clave en operaciones aéreas de alta sensibilidad. Incluso se ha mencionado que este general habría tenido contactos anteriores con representantes del gobierno estadounidense en el Caribe.

La paradoja del cuarto lleno recuerda que la fortaleza de un líder no se mide por la multitud que lo rodea, sino por la solidez de los lazos de confianza que unen a esa multitud con él.

Un cuarto lleno puede volverse vacío en cuestión de horas, y la compañía transformarse en abandono o traición. La verdadera protección no está en la cantidad de cuerpos presentes, sino en la calidad de las lealtades.

Va a pasar lo obvio en Venezuela

Cuando me preguntaron hace cuatro días qué creía que iba a pasar en Venezuela, mi respuesta fue tan simple como contundente: va a pasar lo obvio. Hoy, los acontecimientos confirman lo que cualquier analista serio podía anticipar.

Va a pasar lo obvio en Venezuela

Por Braulio Jatar Alonso / NotiAmerica
13 de septiembre de 2025

Cuando me preguntaron hace cuatro días qué creía que iba a pasar en Venezuela, mi respuesta fue tan simple como contundente: va a pasar lo obvio. Hoy, los acontecimientos confirman lo que cualquier analista serio podía anticipar.

La fotografía que lo dice todo

El segundo subsecretario del Departamento de Estado publica esta semana en X una fotografía del aeropuerto Simón Bolívar con el mensaje: “Si tú sabes, tú sabes”. Esta imagen no es casual. Es una declaración de intenciones tan clara como un manual de operaciones. ¡ La diáspora pronto volverá a una Venezuela libre!

Las fuentes son unánimes: la administración Trump no se va a detener. Los servicios de inteligencia, satélites y aviones espía estadounidenses poseen información suficiente para determinar que difícilmente existe en Venezuela capacidad real de resistencia ante el mas eficaz poder bélico del mundo.

Estados Unidos desplegó ocho barcos militares con misiles, un submarino nuclear y diez F-35 en Puerto Rico. El escuadrón anfibio con 4.500 efectivos, incluyendo 2.200 marines, se posiciona frente a Venezuela. El ataque del 2 de septiembre que mató 11 personas no fue aislado: fue demostración de fuerza. Cuando Trump respondió “Ya verán” sobre ataques al Cartel de los Soles, no improvisaba.

Diosdado Cabello habla de “guerra prolongada” y Maduro anuncia 284 “frentes de batalla” con milicianos. Estas declaraciones revelan debilidad, no fortaleza. Un régimen seguro no convoca desesperadamente civiles ante la primera presión militar seria en décadas.

Venezuela ocupa en el mejor de los casos, el puesto 50 militar mundial; Estados Unidos el número 1. El ejército venezolano dice tener 115.000 efectivos versus 1.4 millones estadounidenses. Las matemáticas son brutales: no hay comparación posible.

En siete meses, las relaciones pasaron de acuerdos de intercambio de presos a amenazas militares. Incluso Petro y Lula se distancian. El bolívar perdió 30% en tres meses. Un país cuya economía destruida desde el 2013 no resiste confrontación con la primera potencia mundial.

María Corina Machado señaló que “muy pocos altos mandos militares apoyan a Maduro”. Funcionarios de Trump creen que ataques contra narcotraficantes presionarán al entorno del régimen, beneficiarios de ingresos ilícitos, a considerar su derrocamiento.

Trump construyó el marco legal, desplegó capacidad militar, consiguió aislamiento internacional del régimen e inició presión psicológica sobre el círculo de Maduro. Estados Unidos ya emitió alerta máxima advirtiendo sobre detenciones ilegales, tortura y terrorismo en Venezuela.

La fotografía del aeropuerto Simón Bolívar no es solo imagen; es antesala de un desenlace que dejó de ser hipótesis para convertirse en cuestión de tiempo. Lo obvio, en política internacional, suele ser también lo inevitable.

TPS de venezolanos en EEUU tiene tres lenguas

Esta observación cobra nueva dimensión cuando Estados Unidos despliega simultáneamente la mayor demostración de fuerza naval en décadas mientras extiende protección temporal a los venezolanos que huyen del mismo régimen que amenaza militarmente.

TPS de venezolanos en EEUU tiene tres lenguas

Por Braulio Jatar

Mientras el 5 de septiembre el juez federal Edward Chen restituía el TPS para venezolanos hasta octubre de 2026, ocho buques de guerra estadounidenses con 1,200 misiles navegaban por el Caribe en una operación militar sin precedentes contra el régimen de Maduro “Si Venezuela fuera agredida pasaríamos inmediatamente al período de lucha armada”, dice Maduro.

Esta paradoja ilustra perfectamente por qué el debate migratorio venezolano “tiene tres lenguas” que no se entienden entre sí, creando una contradicción que expone la incoherencia de las políticas estadounidenses.

La contradicción en tiempo real

“Si el mensaje es ‘les vamos a devolver la democracia’, no tengo porqué extender el TPS; o el otro es ‘como no tenemos plan para rescatarles la democracia, los voy a dejar aquí con TPS'”. Esta observación cobra nueva dimensión cuando Estados Unidos despliega simultáneamente la mayor demostración de fuerza naval en décadas mientras extiende protección temporal a los venezolanos que huyen del mismo régimen que amenaza militarmente.

Washington habla de “máxima presión” militar para derrocar a Maduro mientras el sistema judicial estadounidense garantiza que los venezolanos permanezcan indefinidamente en territorio americano. ¿Cuál es el mensaje real? ¿Derrocar el régimen o acomodar permanentemente a sus víctimas?

Las tres lenguas en conflicto abierto

La lengua política promete democratización con recompensas de 50 millones de dólares por la captura de Maduro Estados Unidos desplegó fuerzas militares en el mar Caribe para combatir cárteles de la droga latinoamericanos y retórica sobre restablecer la democracia. Pero después de años de promesas incumplidas, esta narrativa aporrea la credibilidad cuando se enfrenta a la realidad operativa.

La lengua militar habla ahora con claridad inédita. El despliegue incluye destructores clase Arleigh Burke con misiles Tomahawk, submarinos nucleares, y 10 cazas F-35 que se sumaron tras incidentes con aeronaves venezolanas Bajo el Título 50 del Código estadounidense.

 Trump tiene autoridad para ejecutar operaciones militares sin informar previamente al Congreso Despliegue de EEUU en el mar Caribe prepara el terreno para acciones contra el régimen de Maduro. Esta es presión militar real, no retórica.

La lengua judicial, mientras tanto, opera en una realidad paralela. El fallo del juez Chen otorga certeza legal a más de 600,000 venezolanos, ignorando completamente que existe una operación militar activa contra el país de origen de estos mismos beneficiarios.

La incoherencia como política

Esta contradicción no es accidental, es sistémica. Mientras buques estadounidenses interceptan narcotraficantes venezolanos en aguas internacionales el TPS garantiza que los ciudadanos del mismo país permanezcan protegidos en territorio americano. La lógica es insostenible: no se puede simultáneamente preparar una intervención militar para “liberar” Venezuela y mantener un TPS eterno para sus nacionales.

La realidad es que ninguna de las tres lenguas resuelve el problema venezolano. La política promete sin entregar, lo militar amenaza sin actuar decisivamente, y lo judicial protege indefinidamente sin considerar las implicaciones geopolíticas de esa protección permanente.

La pregunta incómoda

Si Estados Unidos tiene capacidad para “terminar con Maduro en un corto tiempo” Despliegue de EEUU en el mar Caribe prepara el terreno para acciones contra el régimen de Maduro según admiten sus propios expertos militares, ¿por qué necesita un TPS eterno? Y si realmente no tiene intención de actuar militarmente, ¿por qué mantiene la retórica de liberación democrática?

Las tres lenguas institucionales no solo hablan idiomas diferentes, sino que se contradicen abiertamente, o chicha o limonada diría una abuela de nuestra Venezuela.

Mi experiencia: A Maduro se le tiene que derrotar en su propio territorio.

BRAULIO JATAR A MADURO HAY QUE DERROTARLO EN SU PROPIO TERRITORIO

Mi experiencia: A Maduro se le tiene que derrotar en su propio territorio.

Por : Braulio Jatar Alonso ( El Tiempo Latino)

Por años la oposición venezolana auténtica—no la que ha sido cómplice necesario de la dictadura—hemos enfrentado con todas sus consecuencias esta tiranía que se ha llevado por delante vidas, libertades, institucionalidad, separación de poderes y la política democrática, robando elecciones y persiguiendo opositores.

En estos días el mar Caribe se llena de embarcaciones de guerra de la armada de Estados Unidos, con aviones, helicópteros y submarinos. Desde el lado de Maduro, que hasta hace poco vociferaba “vengan por mí, cobardes”, ahora se reduce a una súplica pidiéndole al presidente estadounidense que lo oiga—una vez más para negociar tiempo. Pero como sabemos en el Departamento de Estado, miles de páginas recuerdan lo inútil de las contemplaciones y diálogos desde Obama hasta los tiempos actuales.

La ONU, la OEA, el Grupo de Lima, la mediación de Noruega, paneles de expertos de organismos internacionales, así como las ONG de todos los ámbitos y geografías han condenado al régimen. La oposición lo ha derrotado en todos los escenarios posibles, sin concretar una sola solución negociada. Para derrotar al régimen de Maduro tiene que hacerse en su patio, en su “campo de batalla”, en su territorio, tal y como se hizo el 28 de julio. Pero ahora hay que ejecutar, como lo hacen los tribunales, con poder coercitivo la victoria.

Mi experiencia personal lo confirma

En 2016 fui secuestrado por el SEBIN cuando me dirigía en mi vehículo al programa de radio que hacía todos los sábados. Dos funcionarios de la policía política me interceptaron: “la jefa quiere hablar contigo cinco minutos”. Esto se convirtió en cinco años de diversas cárceles y distintos niveles de privación de libertad.

¿He podido escaparme? Sí, muchas veces. En arresto domiciliario y luego confinamiento en la isla de Margarita, tenía libertad para caminar desde mi hogar hasta la marina del antiguo hotel Hilton. Allí me resultaba sencillo abordar una embarcación de cualquier tamaño para salir rumbo a la libertad.

Pero decidí quedarme y dar la batalla en el propio terreno del régimen. Seis meses de juicio oral, con testimonios falsos de policías convertidos en esbirros inmorales, no pudieron derrotar la fuerza de nuestra estrategia legal.

Luego de 26 audiencias, un 10 de septiembre de 2021—exactamente cinco años después—logramos sentencia absolutoria con tal contundencia que el Ministerio Público no apeló, aceptaron su derrota. Después de luchar porque se cumpliera con lo ordenado por el tribunal, me entregaron mi pasaporte el día de la muerte de mi hermana menor, el 17 de junio de 2022.

La lección fundamental

Mi victoria la he dedicado a ella, y también refuerza el título de este artículo: a Maduro hay que derrotarlo en su propio territorio. Durante décadas hemos acumulado victorias morales en foros internacionales—todas importantes, pero ninguna suficiente por sí sola. El problema fundamental es que Maduro no gobierna desde Ginebra o Washington. Gobierna desde Miraflores.

Mi caso lo demuestra: podía haber huido fácilmente, pero entendí que las victorias definitivas se obtienen enfrentando al régimen donde éste ejerce poder real. Mi estrategia legal fue meticulosa: aplicar sus propias reglas de manera consistente hasta obtener una victoria que ni siquiera se atrevieron a apelar.

Mientras observo cómo el Caribe se militariza entiendo que el desafío actual es ejecutar la victoria del 28 de julio. A Maduro hay que derrotarlo en su propio territorio porque es la única forma de ejecutar la victoria.

Braulio Jatar Alonso es abogado, comunicador, profesor en colegio propio y escritor

Los Últimos Tiempos de Maduro y los Más Buscados: Paradoja del Cuarto

Por Braulio Jatar Alonso | NotiAmerica La situación para Nicolás Maduro y el resto de los más buscados por las autoridades norteamericanas, se asemeja a una especie de paradoja del cuarto. En el cual están juntos en el mismo espacio hasta que algunos los expulsan para entregarlos o, por el contrario, todo el resto se van y los dejan solos expuestos a quienes vienen por ellos.

Los Últimos Tiempos de Maduro y los Más Buscados: Paradoja del Cuarto

Por Braulio Jatar Alonso | NotiAmerica

La situación para Nicolás Maduro y el resto de los más buscados por las autoridades norteamericanas, se asemeja a una especie de paradoja del cuarto. En el cual están juntos en el mismo espacio hasta que algunos los expulsan para entregarlos o, por el contrario, todo el resto se van y los dejan solos expuestos a quienes vienen por ellos.

Ese cuarto, que por años fue un refugio construido con alianzas opacas, corrupción, petróleo y narcotráfico, hoy parece más una celda de máxima seguridad en la que el tiempo se agota. Desde el Caribe Sur, una fuerza naval de Estados Unidos avanza con precisión quirúrgica, configurando un escenario militar que ya trasciende lo simbólico.

De petroleros imaginarios a buques de guerra reales

Al inicio, algunos voceros intentaron minimizar el despliegue afirmando que se trataba de petroleros de ExxonMobil. La narrativa colapsó cuando imágenes satelitales y reportes oficiales confirmaron la presencia de ocho buques de guerra estadounidenses, incluyendo destructores Aegis, cruceros de misiles guiados, submarinos nucleares y un grupo anfibio encabezado por el USS Iwo Jima.

El avión espía P-8 Poseidon, diseñado para guerra antisubmarina, inteligencia y vigilancia de largo alcance, complementa una flota que, más que disuasión, transmite preparación. Cada día se suman unidades, reforzando lo que muchos califican como un “cerco estratégico” sobre el régimen venezolano.

Hartazgo acumulado en Washington

Los expedientes del Departamento de Estado reflejan un patrón: paciencia agotada y fracasos diplomáticos. Incentivos como la liberación de los “narcosobrinos” y el indulto de Alex Saab no lograron frenar el fraude electoral ni el avance del narcotráfico. En cambio, el historial recuerda decisiones firmes de otras épocas, como las de George H. W. Bush frente a Manuel Noriega.

Hoy, Maduro enfrenta una combinación de sanciones, recompensas millonarias y despliegue bélico, todo mientras Washington anuncia que su misión es “luchar contra carteles”. Para analistas, ese objetivo es un eufemismo: el mensaje real es que el tiempo del chavismo en el poder está contado.

Los más buscados: ¿entregados o abandonados?

La paradoja del cuarto no es solo literaria: refleja un dilema palpable. Maduro y sus colaboradores enfrentan dos posibles escenarios:

  1. Ser expulsados por sus propios aliados, negociados como moneda de cambio en medio de presiones crecientes.
  2. Quedar aislados, abandonados a su suerte mientras el cerco internacional se cierra y sus redes de protección colapsan.

En ambos casos, las figuras del régimen que hoy parecen intocables podrían terminar siendo presas fáciles de los llamados bounty hunters o agentes de recuperación de fugitivos.

Un cierre de ciclo inevitable

Más allá de la retórica, el despliegue estadounidense representa una ruptura histórica en el equilibrio del Caribe. La combinación de armamento naval, presión diplomática y recompensas millonarias sugiere que el reloj de Maduro avanza hacia sus últimos segundos.

En este tablero, los más buscados ya no juegan a esconderse: están acorralados en un cuarto que pronto será abierto, y cuando eso ocurra, el juego habrá terminado.

El Alto Precio de Robarse las Elecciones Por Braulio Jatar Alonso

MADURO ROBA ELECCIONES

El Alto Precio de Robarse las Elecciones Por Braulio Jatar Alonso

La desesperación del régimen de Nicolás Maduro ha alcanzado niveles patéticos. Su reciente convocatoria a “4 millones y medio de milicianos” no es más que una fanfarronería que expone la fragilidad de un gobierno ilegítimo que se aferra al poder tras haberse robado descaradamente las elecciones de julio pasado.

“El presidente Trump ha sido muy claro y consecuente, está dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para impedir que las drogas ingresen a nuestro país”, declaró un funcionario estadounidense. Esta postura contrasta radicalmente con la benevolencia que mostró la administración Biden, que liberó a Alex Saab y a los sobrinos de la primera dama venezolana vinculados con el narcotráfico y les devolvió al país, dejando al régimen sin credibilidad alguna en los archivos del Pentágono.

La cifra de 4.5 millones de milicianos es absolutamente absurda. Cualquiera que conozca la realidad venezolana sabe que estas supuestas milicias carecen de capacidad operativa, logística, armamento y, sobre todo, de los números que Maduro pretende proyectar. “Maduro argumentó para justificar la convocatoria que el país debe estar preparado frente a posibles ataques de Estados Unidos”, pero la verdad es que esta es una maniobra desesperada de distracción.

El país conoce perfectamente que en julio del año pasado Maduro fue derrotado de manera aplastante en las urnas. Su empecinamiento en burlarse no solo de la voluntad popular, sino también de los intentos de mediación internacional, ha cerrado dramáticamente el espacio político. Incluso los esfuerzos del propio Trump (en su primer mandato) para rescatar la democracia venezolana quedaron en letra muerta ante la obstinación del régimen.

“El régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela, sino un cartel del narcotráfico”, estableció claramente Washington. Esta caracterización no es retórica vacía; refleja una realidad que ni Estados Unidos ni los socios naturales del régimen pueden ya ignorar.

El despliegue de tres buques de guerra estadounidenses hacia aguas venezolanas simboliza este nuevo paradigma. “Este domingo se prevé que los 3 buques de guerra desplegados por el mar Caribe lleguen al límite de las aguas territoriales venezolanas”. No se trata de una amenaza vacía, sino del reconocimiento de que las condiciones solo pueden ser impuestas desde Washington.

La respuesta de Maduro ha sido predecible: “El imperio se volvió loco y ha renovado como un refrito podrido sus amenazas a la paz y a la tranquilidad de Venezuela”. Pero sus gritos no pueden ocultar que su llamado a “todos los milicianos, todas las milicianas del país, de todos los reservistas del país y de todo ciudadano y ciudadana que quiera dar un paso al frente” suena más a súplica que a demostración de fuerza.

El alto precio de robarse las elecciones se está cobrando inexorablemente. Maduro puede convocar a fantasmas y amenazar con milicias inexistentes, pero la realidad es implacable: su tiempo se agota. “Hoy con esta convocatoria Maduro busca mostrar fuerza interna mientras que Estados Unidos refuerza su presencia en el Caribe”, pero nadie se engaña sobre quién tiene la verdadera fuerza.

El espacio para negociaciones se ha cerrado definitivamente. Ya no hay mediaciones posibles ni salidas elegantes. Solo quedan las condiciones que Trump imponga desde Washington para un régimen que eligió el camino de la confrontación sobre el de la legitimidad democrática.

El efecto pinza de la criminalidad inmigrante

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El efecto pinza de la criminalidad inmigrante

Por Braulio Jatar Alonso – Para Notiamérica

En los últimos años, en mis conversaciones con políticos, empresarios y trabajadores, tanto chilenos como extranjeros, se repite un tema que no deja de preocupar: el trato que reciben los inmigrantes, en especial los venezolanos desplazados. Detrás de cada rostro y cada historia hay un patrón que se repite con crudeza. Estas personas huyen de un Estado que ha vaciado de contenido los derechos fundamentales.

La comunidad internacional y las más prestigiosas organizaciones de derechos humanos han documentado hasta el cansancio cómo en Venezuela se han desmantelado las garantías mínimas, sumiendo a millones en la desesperación. Persecución política, colapso económico, inseguridad alimentaria y sanitaria… todo empuja a salir, no por voluntad, sino por necesidad extrema.

Pero cuando ese desplazado cruza la frontera y llega al país que se supone lo acogerá, se encuentra con otra realidad, tan áspera como la que dejó atrás. En Chile, y en otros destinos, es recibido con políticas indolentes, trabas legales y un estigma inmediato. La forma en que entró —muchas veces por pasos no habilitados— lo marca desde el primer día, y la sombra del Tren de Aragua lo persigue aunque no tenga vínculo alguno con el delito.

Aquí es donde aparece lo que llamo el efecto pinza: la presión simultánea desde dos lados. Por un extremo, el Estado de origen lo expulsa en condiciones de máxima vulnerabilidad. Por el otro, el Estado receptor le cierra las puertas, lo criminaliza y le niega un camino claro de integración.

Esta doble presión funciona como las mandíbulas de una herramienta que aprieta sin dar salida. Desde un lado, empuja la necesidad; desde el otro, bloquea las oportunidades. El resultado es un espacio intermedio en el que el migrante queda atrapado, sin derechos, sin identidad legal y sin posibilidad de ganarse la vida de forma digna.

Es en ese vacío donde el crimen organizado encuentra terreno fértil para reclutar. El Tren de Aragua y otras bandas no necesitan crear la vulnerabilidad: les basta con aprovecharla. El Estado que expulsa sirve el plato, y el Estado que recibe lo condimenta con exclusión y abandono.

Este efecto pinza no es solo un drama humanitario. También es una amenaza directa a la seguridad y a la cohesión social del país recepto. El populismo antiinmigrante, presente en discursos de todos los sectores políticos, ignora que una migración regularizada y controlada es una palanca para el desarrollo, no un lastre.

Otros países de la región han demostrado que hay alternativas. Colombia ha regularizado a casi dos millones de venezolanos, permitiéndoles trabajar, pagar impuestos y construir una vida. Brasil, con su Programa de Acogida, se ha convertido en un ejemplo de política migratoria eficiente y humanizada.

En Chile, en cambio, se insiste en mirar hacia otro lado, como si ignorar el problema lo hiciera desaparecer. La paradoja es que esa indiferencia, lejos de reducir la criminalidad, fortalece a quienes viven de ella y alimenta al monstruo que tenemos todos que combatir.