Author: Braulio jatar

!O ahora o nunca! Por: Braulio Jatar Alonso

BRAULIO JATAR NOV 2025 A

O ahora o nunca

Por Braulio Jatar Alonso

Mientras en el Caribe se instala una isla mecánica de poderío militar sin precedentes en este hemisferio, muchos —lejanos al ahogo diario de la tiranía en Venezuela— se permiten el lujo de practicar una curiosa gimnasia moral: lucir más benévolos que el Espíritu Santo, más inteligentes que Dios y más equilibrados que un libro perfectamente centrado sobre una mesa.

Personas, ONG, organismos internacionales y todo tipo de entidades se posicionan en ese espacio cómodo donde nada se resuelve, pero que luce sospechosamente correcto. Desde ahí buscan anotarse puntos sin asumir riesgos, y aprovechan ese pedestal para criticar a quienes sí están dispuestos a actuar. Prefieren observar, opinar y moralizar antes que involucrarse. Y en ese mirar desde lejos, terminan sosteniendo —por omisión o conveniencia— al mismo sistema que dicen repudiar.

La dicotomía del poder es simple: podemos hacer solo aquello que controlamos. Cuando la decisión está en manos del otro, ese margen desaparece. Aceptable. Pero hay una frontera peligrosa entre la limitación y la ambivalencia. Y hoy, cuando finalmente se ha configurado una amenaza real para quienes llevan años sometiendo a millones de venezolanos, esa ambivalencia se convierte en indiferencia… o algo peor: la intención subconsciente de apostar al fracaso del que actúa para justificar la propia pasividad.

Estamos en un momento definitorio. O se logra el cambio o se perpetúa la garra que ha violado derechos humanos, politizado todas las instituciones —incluyendo a los militares—, eliminado la separación de poderes y pulverizado el Estado de derecho. No hay matices. No hay zona gris. No hay espacio para la tibieza.

Esta vez, el destino inmediato de Venezuela no está en nuestras manos. Todo indica que la decisión final recae en quienes poseen un poder que nosotros no tenemos. Pero lo que sí podemos decidir —y debemos decidir— es si nuestros egos, nuestros cálculos mezquinos, la envidia, las rencillas internas y el debate por el “nuevo liderazgo” pesan más que Venezuela misma.

El país no puede seguir atrapado en discusiones de salón mientras su gente vive entre el miedo, el exilio y la pobreza. No podemos seguir dándole prioridad a la vanidad personal sobre la urgencia nacional. Sabemos muy bien cuál es la verdad que nadie se atreve a decir en voz alta, pero que todos reconocemos por dentro:

O es ahora, o será nunca.

La derecha chilena espanta a los inmigrantes (Estrategia ICE)

La derecha chilena espanta a los inmigrantes Estrategia ICE

La derecha chilena espanta a los inmigrantes (Estrategia ICE)

Por Braulio Jatar Alonso
NotiAmérica

Lo que ocurre hoy en Estados Unidos con el voto latino bajo la era ICE y Trump, podría reflejarse en Chile a partir de las elecciones presidenciales de noviembre de 2025.

La congresista estadounidense María Elvira Salazar acaba de lanzar una advertencia que bien podría aplicarse a Santiago o Antofagasta. Dijo:

“Llevo meses diciéndolo.
Los hispanos que impulsaron la gran victoria de Trump se están yendo… y lo estamos permitiendo.
Anoche, en Nueva Jersey y Virginia, el voto hispano se movió más de 25 puntos a la IZQUIERDA.
Republicanos: despierten. Fe. Familia. Libertad. DIGNIDAD.”

Su diagnóstico es claro: la derecha norteamericana está perdiendo el voto latino por haber convertido el discurso migratorio en una trinchera de miedo. Chile parece seguir el mismo camino.

La política del miedo como bandera

En los últimos años, sectores de la derecha chilena han hecho del inmigrante su enemigo útil. La retórica de la “invasión extranjera”, las promesas de expulsiones masivas y las declaraciones altisonantes sobre “cerrar fronteras” se han vuelto moneda corriente.

Pero la demagogia tiene un costo. Lo que sirve para agitar una campaña puede volverse una factura electoral impagable. En Estados Unidos, los hispanos abandonan al Partido Republicano porque ya no se sienten parte de su proyecto. En Chile, los migrantes podrían hacer lo mismo con la derecha, cansados de ser tratados como sospechosos.

Chile necesita a los migrantes, pero no los respeta

Las cifras son contundentes: Chile envejece y su tasa de natalidad no asegura el reemplazo generacional. La agricultura, la construcción, el comercio y los servicios dependen cada vez más de trabajadores extranjeros.

Sin embargo, se instala una narrativa que asocia inseguridad con inmigración, olvidando que el país se sostiene gracias al aporte de quienes llegaron a trabajar. La derecha que defiende el libre mercado olvida que la movilidad humana es parte esencial de ese mismo principio.

El espejo de Washington

Durante la era Trump, el control migratorio se convirtió en espectáculo político. Las imágenes de familias separadas, deportaciones aceleradas y redadas de ICE destruyeron la alianza natural entre los latinos y los valores republicanos de esfuerzo y fe.

Esa misma dinámica amenaza con repetirse en Chile. La derecha radical asocia patriotismo con exclusión, y orden con represión. Pero quienes construyen el país desde la base —los trabajadores migrantes— votan, y cada vez más. Si la derecha los margina del relato nacional, los perderá en las urnas.

Fe, familia, libertad y dignidad… ¿para todos?

Salazar cierra su mensaje con un llamado: “Fe. Familia. Libertad. Dignidad.” Son valores universales, pero pierden sentido si se aplican solo a quienes nacieron dentro de ciertas fronteras.

Chile debe decidir si esos principios son inclusivos o solo un eslogan. Los inmigrantes habilitados para votar este año, junto con sus hijos nacidos en Chile que lo harán en los próximos comicios, ejercerán su derecho con memoria y conciencia. Si la derecha no los abraza, la izquierda lo hará con gusto.

Un pronóstico anunciado

Así como el voto hispano se movió 25 puntos hacia la izquierda en Estados Unidos, el voto migrante podría hacerlo en Chile a partir de 2025. Las mismas causas generan los mismos efectos: discursos de miedo, políticas de exclusión y desdén hacia quienes mantienen en pie la economía real.

El país que se enorgullece de haber recibido europeos en el siglo XX no puede cerrar su corazón a los latinoamericanos del XXI.

Si la derecha chilena no despierta —como pide Salazar a los republicanos— los inmigrantes despertarán primero.
Y cuando lo hagan, las urnas hablarán en todos los acentos de América Latina.

 Lula, antiético y lejos de la oikeosis estoica

Una vez más, Luiz Inácio Lula da Silva se presenta como salvador de América Latina

 Lula, antiético y lejos de la oikeosis estoica

Por Braulio Jatar
Noti-América

Una vez más, Luiz Inácio Lula da Silva se presenta como salvador de América Latina. Durante su encuentro con Donald Trump en Kuala Lumpur el 27 de octubre, el presidente brasileño se ofreció como “interlocutor” entre Estados Unidos y el régimen de Maduro, en medio de la tensión militar en el Caribe. Esta propuesta de mediación repite un patrón: dar oxígeno a la dictadura venezolana cuando más acorralada se encuentra.

Lo que Lula llama “mediación” carece del principio estoico de la oikeosis: ese reconocimiento de pertenencia al todo que nos impulsa a expandir nuestro círculo de preocupación para incluir a toda la humanidad. Los estoicos enseñaban que la virtud surge cuando ponemos el bien común en el centro, cuando reconocemos que el sufrimiento ajeno es nuestro.

María Corina Machado señaló la falla fundamental: “Las dos partes que él menciona son Estados Unidos y el régimen de Maduro, pero está ausente la parte más importante: los venezolanos. ¿Dónde quedan los venezolanos? ¿O es que en este análisis del presidente Lula no importan?”

Esta pregunta denuncia una ausencia moral. Lula no coloca al pueblo venezolano en el centro porque nunca ha sido su prioridad. Venezuela es un tablero geopolítico donde mueve piezas según sus intereses: mantener relevancia regional, evitar intervención militar en su frontera, y preservar la red ideológica del Foro de São Paulo.

Los hechos desmienten las palabras grandilocuentes. Machado recuerda el historial de fracasos brasileños: “Después de más de un año con cinco rehenes en la embajada de Argentina bajo protección de Brasil, el gobierno de Lula no logró conseguir ni siquiera cinco salvoconductos”. Tras seis meses sin electricidad, Brasil no logró que pusieran un fusible. Tras 15 meses exigiendo las actas electorales del fraude del 28 de julio de 2024, tampoco obtuvo nada.

Cuando debe elegir entre solidaridad con el pueblo venezolano y camaradería con Maduro, Lula siempre elige lo segundo. Marco Aurelio escribió: “Lo que no beneficia a la colmena, no beneficia a la abeja”. Su propuesta no beneficia a Venezuela; solo da tiempo y legitimidad a Maduro, proyectando una imagen de estadista que la realidad desmiente.

La oikeosis estoica implica expandir el círculo moral: del yo a la familia, la comunidad, la nación y finalmente a la humanidad. Lula invirtió este proceso. Su círculo se contrajo hasta incluir solo a quienes comparten su ideología, dejando fuera a millones que sufren hambre, represión y exilio.

No hay ética en mediar entre democracia y dictadura omitiendo a las víctimas. No hay virtud en hablar de paz ignorando que significa perpetuar la tiranía. La filosofía estoica enseña que la justicia es la virtud suprema. Pero no hay justicia equiparando moralmente a quien defiende la libertad con quien la pisotea.

Lula se escuda en buscar paz, pero su paz es ausencia de confrontación, no presencia de justicia. Los estoicos sabían que la verdadera paz solo florece con libertad y dignidad. Lo demás es silencio impuesto por la opresión.

La propuesta carece de oikeosis porque ignora a quienes más sufren. Carece de ética porque no prioriza la justicia. Carece de virtud porque prefiere la apariencia a los resultados. Los venezolanos no necesitan mediadores que hablen de ellos sin escucharlos. Como recuerdan los estoicos: la justicia no negocia con la tiranía, la virtud no se compromete con el vicio, y la oikeosis verdadera no abandona a quienes más necesitan nuestra acción.

Brasil, bajo Lula, ha fracasado en todo esto. Su oferta de mediación es otro capítulo de ese fracaso ético.

La ciencia está del lado de la regularización migratoria

La ciencia está del lado de la regularización migratoria

La ciencia está del lado de la regularización migratoria
Por Braulio Jatar

El experimento que Chile aún no ha comprendido
En 1980 el politólogo Robert Axelrod organizó un torneo de estrategias entre computadoras para descubrir cuál conducta generaba la mayor cooperación en un entorno competitivo. El resultado fue desconcertante: la estrategia ganadora no fue la más dura ni la más punitiva, sino una sencilla llamada TIT-FOR-TAT: empezar siendo bueno, responder con proporcionalidad ante la traición, y estar dispuesto a perdonar. En palabras simples, una estrategia que combina inteligencia y humanidad. Cuatro décadas después, Chile sigue atrapado en la versión opuesta: el “juego de Friedman”, donde ante cada problema migratorio la respuesta es cierre, castigo y rechazo. Y la ciencia ya demostró que esa conducta, aplicada una y otra vez, solo produce una cosa: derrota.

El costo de una estrategia implacable
Chile ha convertido la migración en un campo de batalla político. Cada incidente, cada titular, cada error individual es amplificado para justificar una reacción colectiva de castigo. El Estado se comporta como una computadora programada para desconfiar: si un grupo falla, se cierran las puertas a todos. Axelrod llamó a ese tipo de comportamiento una “estrategia implacable” y comprobó matemáticamente que pierde siempre, sin excepción, en juegos repetidos. Y la convivencia humana, especialmente la migratoria, no es otra cosa que una interacción repetida. Cuando un país reacciona con castigo permanente en lugar de cooperación inteligente, condena su futuro a ciclos de desconfianza y conflicto interminable.

Regularizar no es debilidad, es ciencia aplicada
La regularización migratoria no es un gesto de ingenuidad ni una posición ideológica. Es la aplicación práctica del conocimiento acumulado sobre cooperación. La primera condición del éxito, según Axelrod, es empezar con buena voluntad: dar la primera oportunidad de cooperar. Eso no significa renunciar a la autoridad, sino usarla de manera inteligente. Una política de regularización con reglas claras, monitoreo y consecuencias proporcionales cumple con las cuatro condiciones que la ciencia identificó como ganadoras: ser buena, ser clara, ser provocable y ser indulgente. Es un modelo de control con humanidad, no de desorden.

El espejo internacional
Mientras Chile endurece sus fronteras y multiplica expulsiones, Canadá y España aplican versiones de TIT-FOR-TAT. Regularizan, establecen obligaciones y luego sancionan con proporcionalidad a quien no cumple. El resultado está a la vista: mayor recaudación fiscal, integración laboral y cohesión social. En Chile, en cambio, la informalidad y la exclusión generan pérdidas millonarias en impuestos, saturan los sistemas de salud y educación y alimentan la inseguridad. La hostilidad institucional no reduce el problema, solo lo empuja a la oscuridad.

El dilema moral y estratégico
Cada vez que un candidato propone cerrar fronteras o endurecer leyes migratorias, está eligiendo la estrategia perdedora del experimento de Axelrod. Lo hace, además, contra toda evidencia empírica. No es un debate ideológico, es una cuestión de resultados. Los países que apuestan por la cooperación inteligente superan a los que optan por el castigo permanente. En el lenguaje de la ciencia, la xenofobia no solo es moralmente reprobable, también es ineficiente.

La elección de Chile
Los venezolanos no se van a ir. Están aquí para trabajar, aportar y construir, como antes lo hicieron los europeos, los árabes y los asiáticos que también encontraron en Chile una oportunidad. El país puede insistir en la estrategia “Friedman” —cerrar, desconfiar y castigar— o puede aplicar la lección que la ciencia ya resolvió hace más de cuarenta años: empezar cooperando, establecer reglas claras, responder con justicia y permitir el perdón. Esa es la ruta de la estabilidad, de la seguridad y de la prosperidad compartida.

La ciencia ya eligió. ¿Cuándo lo hará Chile?
Robert Axelrod demostró que en un mundo de interacciones repetidas, la cooperación inteligente siempre vence a la hostilidad. Chile tiene la oportunidad histórica de aplicar ese conocimiento a su política migratoria. No se trata de ser idealista, sino de ser racional. En tiempos donde el miedo parece tener más influencia que los datos, recordar que la ciencia respalda la regularización migratoria es un acto de lucidez. En última instancia, los países que eligen la humanidad no solo ganan moralmente. Ganan también el futuro.

En el umbral de la fuerza: el hierro flota en el Caribe

Cada puerta fue cerrada brutalmente. Cada gesto de buena fe fue respondido con represión. Los métodos blandos están agotados.

En el umbral de la fuerza: el hierro flota en el Caribe

Por Braulio Jatar Alonso  (NotiAmerica)

María Corina Machado acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz 2025 por “promover los derechos democráticos del pueblo de Venezuela”. En su reciente entrevista con El País, ofrece reflexiones sobre la estrategia de lucha por la democracia.

El agotamiento de los caminos tradicionales

María Corina lo reconoce sin ambages: “Hemos estado en múltiples procesos de negociación y el régimen en todos ha incumplido su palabra. Hemos protestado y nos han atropellado. Hemos ido a elecciones y, se robaron la elección.”

Cada puerta fue cerrada brutalmente. Cada gesto de buena fe fue respondido con represión. Los métodos blandos están agotados.

Las fuerzas internas y externas

“Estamos en un momento en el que hemos entendido que solo la coordinación de fuerzas internas y externas frente a una estructura criminal es lo que permitirá que Venezuela pueda avanzar en la transición democrática. Y estamos en el umbral de ello.”

No se trata de una batalla que se libra solo en Caracas. Es coordinación de alcance geopolítico completo.

¿Qué significan las fuerzas externas?

El despliegue militar estadounidense en el Caribe. Esta es la mayor de las fuerzas externas a la que Machado se refiere. La administración Trump ha intensificado la presencia militar de Estados Unidos en la región. Portaaviones, destructores, helicópteros de ataque.

Este hierro flotante, estacionado a tiro de piedra de las costas venezolanas, asfixia las rutas de financiamiento del narcotráfico y otras fuentes ilícitas que sostienen a Maduro y a su entorno, actualmente requerido por la justicia estadounidense.

A lo anterior se suman: múltiples gobiernos que reconocen a Edmundo González como presidente electo, otros que no reconocen a Maduro. Sanciones económicas. Cuentas bancarias congeladas. Investigaciones de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad.

El régimen como estructura criminal

Machado no lo llama “gobierno autoritario”. Lo llama “estructura criminal”. Un régimen criminal no se negocia. Se enfrenta. Se rodea. Se somete a presión desde todos los flancos: político, económico, diplomático, judicial y militar.

La arquitectura del asedio

Fuerzas internas: Movilización opositora, desobediencia civil, presión callejera, sociedad civil coordinada.

Fuerzas externas: Gobiernos, organismos internacionales, presión económica, aislamiento diplomático. Y por encima de todo: la presencia militar estadounidense en el Caribe que transforma cualquier cálculo del régimen.

Factores jurídicos: Crímenes internacionales documentados, investigaciones de la CPI, sanciones por violaciones de derechos humanos.

El dilema final para el régimen

Si el régimen es una “estructura criminal”, si está rodeado de fuerzas coordinadas, si su legitimidad es nula, si su economía se desmorona, si está rodeado por la marina más poderosa del mundo, entonces enfrenta solo tres opciones reales.

Primera: Huyen. Abandonan el país ahora. Se llevan lo que pueden. Buscan asilo en Rusia, Irán o China. Conservan libertad y fortuna, pero desaparecen de Venezuela.

Segunda: Se entregan. Negocian salida política a cambio de garantías personales. Ceden el poder por inmunidad o exilio negociado. Se van con vida y libertad, sin poder.

Tercera: Pierden todo. Resisten hasta el final. Pierden libertad, bienes, dignidad. Terminan en celdas internacionales o exilio sin protecciones. Sin opción de salida.

Cuando Machado habla de estar “en el umbral de la fuerza”, no es abstracción. Es el momento en que la coordinación de fuerzas internas y externas ha madurado hasta romper el equilibrio del poder irrevocablemente.

El umbral está aquí. El hierro flotante está en el Caribe. Solo falta que un régimen lea correctamente la realidad que lo rodea y comprenda que sus días están contados.

El error de cálculo de Izarra sobre la intervención en Venezuela

El error de calculo de Izarra sobre la intervencion en Venezuela

El error de cálculo de Izarra sobre la intervención en Venezuela

Por Braulio Jatar
Ex preso político del régimen de Maduro

Andrés Izarra, ex ministro de Chávez, acaba de publicar un análisis que revela el error de cálculo fatal que está a punto de costarle muy caro al régimen de Maduro.

En su despacho “Póker, no ajedrez”, Izarra concluye que Trump está jugando al farol, que todo es teatro, que los números militares no cuadran para una acción real. Se equivoca. Y su error es el mismo que comete la dictadura: subestimar la determinación de Trump.

Yo he dicho públicamente, y lo reitero: Trump ha decidido avanzar y no hay vuelta atrás. El régimen cree estar viendo señales de bluff. Lo que realmente ven es el último aviso antes de que caiga el martillo.

La trampa de los números

Izarra compara el despliegue actual (4,000 efectivos) con Panamá, Irak y Afganistán, concluyendo que son insuficientes para “ocupar territorio indefinidamente.” Aquí está su primer error: asumir que Trump busca ocupar Venezuela como se ocupó Irak.

Trump no quiere gobernar Venezuela. Quiere decapitar el régimen mediante una operación de 48-72 horas con objetivos quirúrgicos: eliminar la cúpula narcoterrorista, neutralizar capacidad militar ofensiva, establecer zona de exclusión aérea. Eso no requiere 100,000 tropas. Requiere precisión, velocidad y voluntad política. Trump tiene las tres.

El régimen calcula escenarios de invasión convencional porque eso es lo que conocen. Trump no está planeando la guerra del pasado. Está planeando la del futuro: rápida, quirúrgica, devastadora.

Chevron: preparación, no contradicción

Izarra señala como “contradicción” que Trump renovara la licencia de Chevron. “Si quisiera estrangular al régimen, no lo haría”, dice. Esto es exactamente lo contrario.

Chevron opera con cientos de ejecutivos estadounidenses en territorio venezolano. Cuando Trump ordene evacuación 48 horas antes de actuar, será la señal de alarma que el régimen verá demasiado tarde. Mientras tanto, Chevron sirve como inteligencia en tiempo real, garantía de que Venezuela no puede destruir su única fuente de ingresos, y palanca para la reconstrucción post-operación.

El tiempo corre contra Maduro

Izarra escribe que el tiempo favorece a Maduro, quien solo necesita aguantar hasta los midterms 2026. Este es el error más grave de todos.

Cada semana que pasa, Trump consolida el despliegue. Los F-35 que denunció Padrino López no son teatro—son reconocimiento previo a operaciones. Cada vuelo mapea defensas, tiempos de respuesta, capacidades reales. Trump está dejando que el régimen se relaje, que baje la guardia, que crea su propia propaganda sobre el farol estadounidense. Cuando crean que sobrevivieron la amenaza, será cuando actúe.

Las probabilidades reales

Izarra presenta su baremo desde Caracas: Continuidad del status quo MUY ALTA, Operación militar limitada MEDIO-BAJA.

Mi análisis: Operación militar selectiva ALTA (ventana octubre-diciembre 2025), Colapso interno post-operación MUY ALTA, Continuidad del régimen actual BAJA.

La diferencia es simple: Izarra analiza desde la lógica de contención que dominó décadas de política estadounidense. Yo analizo desde el entendimiento de que Trump rompió esa lógica y el régimen aún no lo procesa.

Preparación, no pánico

El régimen ha sobrevivido apostando a que el costo de eliminarlo siempre sería demasiado alto. Funcionó con Obama I y II  con Trump I y Biden. No funcionará con Trump II porque él calcula costos de manera diferente.

Para administraciones anteriores, el costo era caos regional, crisis migratoria, crítica internacional. Para Trump, el beneficio es eliminar narcoestado hemisférico, demostrar poder estadounidense, consolidar doctrina geopolítica, y ganar latinos en 2026. Trump ve ganancia neta donde otros veían pérdida neta. Por eso actuará.

Izarra y la cúpula chavista se preparan para la guerra pasada mientras Trump planea la guerra futura. Cuando entiendan que no era farol, será demasiado tarde.

El otro bando cree que Trump parpadea. Están a punto de descubrir que nunca estuvo jugando póker. Ya dijo jaque mate.

Braulio Jatar es abogado, comunicador, escritor y profesor. Ex preso político del régimen de Maduro (2016-2021).

PSUV: ni partido ni demócrata

Braulio Jatar 2025 B

PSUV: ni partido ni demócrata

Por Braulio Jatar
NOTIAMERICA

La expulsión del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) marca un punto de quiebre histórico en la política regional. No se trata de una decisión impulsiva ni ideológica: es el reconocimiento formal de que el partido de gobierno venezolano ha traicionado los valores democráticos que dicen defender.

La Coordinación General de la COPPPAL ratificó el dictamen que retira la membresía del PSUV por graves violaciones a los principios democráticos: elecciones fraudulentas, persecución política sistemática, retiro arbitrario de tarjetas a partidos opositores, instrumentalización de la justicia, presos políticos y violación de derechos humanos. Hechos documentados no solo por la oposición venezolana, sino por la comunidad internacional.

Alejandro Moreno, presidente de la COPPPAL, fue contundente: “El PSUV dejó de expresar nuestros valores plasmados en la Declaración Fundacional de Oaxaca. Somos una organización de partidos democráticos y rechazamos toda forma de autoritarismo”. Sus palabras resuenan con fuerza en una región que conoce bien el costo de las dictaduras.

La decisión llegó tras múltiples solicitudes de partidos hermanos como Liberación Nacional de Costa Rica, APRA de Perú e Izquierda Democrática de Ecuador, que se negaron a seguir compartiendo espacio con quienes pisotean la democracia. La COPPPAL exigió en repetidas ocasiones al régimen de Maduro transparentar los resultados de las elecciones del 28 de julio de 2024, liberar presos políticos y respetar el Estado de Derecho. Nunca hubo respuesta.

Este silencio es revelador. Un partido verdaderamente democrático habría aprovechado cada oportunidad para demostrar la legitimidad de sus procesos. En cambio, el PSUV optó por la opacidad, la represión y el aislamiento. “En la COPPPAL no hay cabida para nadie que no tenga un claro compromiso con la democracia social”, sentenció Moreno.

Esta expulsión también plantea una pregunta incómoda para otros gobiernos de la región que coquetean con prácticas autoritarias: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar antes de que la comunidad democrática diga basta? La COPPPAL ha trazado una línea clara.

El PSUV pagará un precio por su deriva autoritaria: aislamiento político, pérdida de legitimidad internacional y, sobre todo, el veredicto de la historia. Porque los pueblos no olvidan quiénes defendieron la democracia y quiénes la traicionaron.

La sentencia está dictada: ni partido en el sentido democrático, ni demócrata en sus prácticas. Una organización que optó por el poder absoluto a costa de los valores que decía representar.

La paradoja del silencio y la urgencia de hablar a favor de los inmigrantes

Braulio Jatar 2025 B

La paradoja del silencio y la urgencia de hablar

Por Braulio Jatar Alonso

En tiempos convulsos, el silencio suele disfrazarse de prudencia. Quienes callan se excusan diciendo que “no es el momento” o que “ya otros se pronunciarán”. Sin embargo, la historia enseña que los grandes retrocesos sociales no ocurren por el grito de los tiranos, sino por la pasividad de los que pudieron alzar la voz y no lo hicieron.

Chile y América Latina viven un punto de inflexión. La migración, el deterioro institucional, la desigualdad, la violencia y la precariedad laboral nos atraviesan como una herida abierta. En este escenario, guardar silencio equivale a ser cómplice. No es neutralidad: es permitir que otros decidan por nosotros. La política, muchas veces, se ha convertido en un espectáculo de cálculo pequeño y mezquino, donde las promesas duran lo que un titular en redes sociales. Pero la sociedad exige algo más profundo: exige liderazgo.

Migración: entre el rechazo y la oportunidad

El tema migratorio es uno de los grandes espejos de nuestra época. Hay quienes ven en el migrante una amenaza, un invasor que quita empleos y servicios. Otros —entre quienes me incluyo— vemos en él una oportunidad para renovar fuerzas, talentos y sueños. No es casual que las sociedades más dinámicas y creativas del planeta estén fundadas en la integración de quienes llegaron desde afuera. Chile, con su historia de acogida, no debería olvidar que el extranjero no es el problema: la falta de políticas públicas eficaces sí lo es.

La responsabilidad empresarial y social

Los empresarios también enfrentan una disyuntiva moral: ver en la mano de obra migrante una ocasión para la explotación o entender que en esa fuerza laboral descansa parte de la prosperidad futura. No se trata de filantropía, se trata de visión estratégica. Empresas que respetan derechos, que apuestan por la inclusión, que reconocen la diversidad, estarán mejor preparadas para competir en un mundo globalizado.

El deber de hablar

Hoy más que nunca se necesita opinión pública, ciudadanía activa, medios que no teman incomodar, dirigentes sociales que no se rindan, educadores que no bajen la mirada, abogados que no se refugien en tecnicismos, y políticos que dejen de medir cada palabra según las encuestas.

El silencio de los buenos ha sido siempre el aliado más fiel de los malos. Por eso escribo estas líneas con la convicción de que callar es un lujo que no podemos permitirnos. El país, la región, y el continente enfrentan desafíos que no se resuelven con retórica. Se resuelven con valentía.

Y la valentía empieza por decir lo que muchos piensan y pocos se atreven a declarar: la indiferencia es la más peligrosa de las dictaduras, porque se impone sin tanques, sin cañones, pero con la parálisis de los pueblos.

Hoy, mi invitación es clara: hablemos.

Migración en Chile: oportunidad para crecer y diversificar

la migración no es una carga inevitable, sino un recurso que puede impulsar el crecimiento, la productividad y la diversificación de nuestra economía.

Migración en Chile: oportunidad para crecer y diversificar

Por Braulio Jatar Alonso
Socio Director, TC Abogados
Región Metropolitana, Chile

El debate sobre migración en Chile suele concentrarse en los costos: presión sobre los servicios públicos, informalidad laboral o tensiones sociales. Sin embargo, cuando revisamos los datos oficiales y la investigación internacional, aparece una conclusión distinta: la migración no es una carga inevitable, sino un recurso que puede impulsar el crecimiento, la productividad y la diversificación de nuestra economía.

Según un estudio del Servicio Jesuita a Migrantes, en 2024 la población migrante aportó un 10,3 % del PIB chileno, a pesar de representar solo el 8,7 % de la población. Este “sobreaporte” se explica porque los migrantes son en promedio más jóvenes, están en edad de trabajar en un 82,7 % (frente al 66,6 % de los chilenos) y muestran mayor participación laboral (78,8 % vs. 67,4 %). En otras palabras, se insertan rápidamente en la economía, sostienen sectores donde faltan trabajadores y contribuyen a la base tributaria.

Además, la evidencia no respalda la idea de que los migrantes desplazan a los trabajadores locales o deprimen sus salarios. Estudios en Chile y en la OCDE muestran que, al contrario, su aporte es neto positivo cuando se mide en impuestos, consumo y cotizaciones. El verdadero problema es que muchos de ellos terminan empleados en sectores de baja productividad por trabas en la homologación de títulos, desconocimiento del idioma o discriminación. Allí está la pérdida: no en la migración, sino en la falta de políticas de integración adecuadas.

El economista Ricardo Hausmann ha sido claro en señalar que Chile se ha frenado porque “está lleno de chilenos”, es decir, porque no ha incorporado suficiente talento externo. Su investigación demuestra que las personas llevan consigo “know-how” y que los países que reciben migrantes diversifican sus exportaciones e innovan más rápido. Un ejemplo: si un país recibe un 10 % más de inmigrantes de una nación que exporta cierto producto, la probabilidad de que empiece a producir y exportar ese bien aumenta en un 2 % en la década siguiente. La migración, entonces, cambia la ventaja comparativa de los países.

Chile, con un mercado laboral que envejece y una economía concentrada en recursos naturales, necesita precisamente ese impulso de diversificación y conocimiento. Para aprovecharlo, se requieren políticas claras:

Vías laborales rápidas en sectores estratégicos como salud, tecnología o investigación.

Reconocimiento ágil de credenciales profesionales, para evitar la subutilización de capital humano calificado.

Programas de integración temprana: idioma, inserción cultural y apoyo en redes profesionales.

Estrategia de diáspora, que conecte a los migrantes con sus países de origen y abra mercados para empresas chilenas.

En este marco, la migración debe dejar de entenderse como un “problema social” y asumirse como una política de desarrollo. El aporte de los migrantes ya está presente en cifras de PIB, empleo y consumo. Falta dar el paso institucional que permita multiplicar ese aporte y traducirlo en innovación y crecimiento sostenido.

El verdadero riesgo no es la llegada de migrantes, sino no saber aprovechar su potencial.

Marco Rubio: No permitirá una segunda Bahía de Cochinos

Por décadas, la comunidad cubana en Estados Unidos votó casi en bloque por los republicanos. Mientras otros hispanos hallaban en los demócratas la representación de sus minorías, los cubanos se apartaban de esa tendencia y respaldaban sin matices a los candidatos republicanos.

Marco Rubio: No permitirá una segunda Bahía de Cochinos

Por Braulio Jatar Alonso (ETL)
Abogado, comunicador, expreso político, escritor y profesor

Por décadas, la comunidad cubana en Estados Unidos votó casi en bloque por los republicanos. Mientras otros hispanos hallaban en los demócratas la representación de sus minorías, los cubanos se apartaban de esa tendencia y respaldaban sin matices a los candidatos republicanos.

La razón estaba en una herida abierta en 1961. Durante la presidencia de John F. Kennedy, un grupo de exiliados cubanos (brigada 2506) desembarcó en Playa Girón, convencido de que contaba con respaldo aéreo estadounidense.

Ese apoyo nunca llegó. La invasión de Bahía de Cochinos terminó en fracaso, con muertos flotando en el mar, prisioneros hacinados y un sentimiento de traición que se transmitió de padres a hijos como un juramento político: nunca más confiar en los demócratas.

Esa herida mantuvo a los cubanos fieles al Partido Republicano durante décadas. Pero con el paso del tiempo, las nuevas generaciones fueron asimilándose a la corriente hispana general.

Ya en los años noventa, figuras como Alex Penelas —exalcalde de Miami-Dade y una de las voces cubano-americanas más visibles del Partido Demócrata— demostraron que el trauma de 1961 empezaba a diluirse entre los jóvenes que crecieron en suelo estadounidense.

Sin embargo, mientras Penelas representaba, en el siglo XX, el ascenso de un liderazgo cubanoamericano dentro del Partido Demócrata, los republicanos mantenían el control del voto mayoritario en la comunidad del exilio.

Ese capital político encontró su máxima expresión en Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, que pasó del Senado a ocupar el cargo más alto que un cubanoamericano ha alcanzado en política exterior: secretario de Estado en la administración Trump.

Rubio, con un español impecable y una conexión emocional profunda con la memoria del exilio, ha centrado su agenda en el llamado “eje del mal” del hemisferio: Venezuela, Cuba y Nicaragua. Su mensaje hacia su comunidad es inequívoco: no habrá una segunda Bahía de Cochinos. Aquellos cubanos que en 1961 se sintieron abandonados en la arena, esta vez no quedarán solos.

A septiembre de 2025, Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en el Caribe: buques de guerra, submarino nuclear, drones de última generación, aviones espías y miles de marines patrullan la región, mientras cazas F-35 fueron desplegados en Puerto Rico. En semanas recientes, la Marina hundió  tres embarcaciones venezolanas acusadas de narcotráfico, acciones que el Pentágono calificó como golpes a redes “narco-terroristas”.

La figura de Alex Penelas recuerda que hubo un momento en que el liderazgo cubano-americano en el Partido Demócrata parecía viable. Rubio, en cambio, encarna la persistencia del voto republicano y, sobre todo, la traducción de esa fidelidad en poder real.

Hoy, con buques desplegados, satélites en órbita y drones sobre el Caribe, la administración Trump y su secretario de Estado parecen decididos a cumplir una misión más amplia que la frustrada en 1961: Doblar el eje del mal hasta partirlo con libertad y democracia.